Nuestra selección de baloncesto llegaba aquí en su periodo de máximo esplendor. Madurada la generación de los juniors de Oro (Pau Gasol, la Bomba Navarro, Raúl López, Felipe Reyes, Berni Rodríguez...) a la que se iban sumando jóvenes que fueron apareciendo después, había ganado en 2006 el Mundial de Tokio, provocando conmoción nacional. Aquel éxito retumbó tanto más por cuanto que Pau Gasol, lesionado, no pudo jugar la final y el equipo fue rebautizado como ÑBA.
Pero a Pekín-2008 se llegaba con fuerte polémica: Pepe Sáez, presidente de la Federación, había decidido prescindir de Pepu Hernández, el seleccionador, al que veía desligarse del compromiso con el organismo y estar creando un ambiente acomodaticio con los jugadores. Esos defectos se tradujeron en el descenso acusado por el equipo en el Europeo de 2007, jugado justamente en España, en el que se perdió la final contra Rusia. Ni la opinión pública ni la prensa ni la mayoría de los jugadores encajó bien esta destitución, por más que el recambio, Aíto García Reneses, en tránsito entre el Joventud y el Unicaja, fuera un hombre de máximo prestigio.